sábado, 16 de marzo de 2019

Historia de la cultura, historia de las mentalidades - Fontana

En la vieja historia intelectual, la ciencia sólo se podía comprender a partir de la evolución de las corrientes del pensamiento científico. Esto daba lugar a que hubiera una historia de la ciencia, una historia de la tecnología, otra del arte, etc, sin que los académicos relacionaran estos campos para alcanzar una visión homogénea de la cultura. Siempre ha habido también, intentos de una historia social de la cultura bien fundamentada, pero se ha visto sumergida en las simplificaciones de los marxistas vulgares. Por suerte, las viejas corrientes de una historia social de la ciencia siguen frutificando hoy y entienden que la cultura y la ideología son vitales para la esencia misma del cambio histórico.

Gramsci defendió la necesidad de una teoría de la cultura que no se contentase con enlazar en una sola explicación los territorios de la cultura y de la sociedad, sino que se dedicase a estudiar las relaciones cambiantes que siempre han existido entre ellos. Lo que resulta inaceptable es que ese movimiento general que se esfuerza por recuperar para la ciencia histórica el campo de las ideas, los sentimientos y la cultura conduzca a algunos a sostener que lo que conviene hacer ahora es invertir la vieja explicación: a hacer de las representaciones mentales el motor fundamental de la historia, lo que equivale a repetir los mismos errores de enfoque mecanicista del pasado.

Fontana se refiere a la historia de las mentalidades, habla de que existe el riesgo de perderse en una fragmentación que supone la existencia en él de niveles distintos que deben estudiarse por separado. El riesgo viene agravado por la propia indefinición de esta corriente, nos enfrentamos aquí a definiciones no ya diversas sino hasta contradictorias. Esta fragmentación nos condenaría a perder la aportación más valiosa que están haciendo hoy los estudios sobre la historia de la cultura popular, perderíamos así de vista ese episodio fundamental de la historia europea moderna que es la lucha de los sectores dominantes por eliminar esta especifidad cultural y someter al conjunto de la población a una hegemonía.

La confusión que puede engendrar la denominación historia de las mentalidad no sería tan grave si todos los cultivadores tuviesen la seriedad suficiente y en la práctica nos ofrecen una investigación solidamente asentada en un estudio previo de la sociedad que permite dejar las cosas claras.

Para Fontana hay que dedicar el tiempo en todo aquello que pueda servir para entender mejor, desde sus mentes y sus sentimientos, la trayectoria histórica de los hombres, y para ayudarles, con ello, a comprender su presente y a resolevr sus problemas.

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