sábado, 16 de marzo de 2019

Por una psicosociología de la alimentación contemporánea - Roland Barthes

Introducción del texto: 

En “La cocina del sentido”, Barthes nos dice que todos los signos están constituidos por diferencias. Hay que leerlos, atribuirles un sentido (lo que producen) y una significación (lo que dicen), en forma de lectura de su vida social (sus valores sociales, morales e ideológicos).

El auténtico carácter de lenguaje que tiene la comida es que no deja de ser un conjunto de elementos. Las palabras (los ingredientes) se organizan según reglas gramaticales (recetas, transformaciones, formación de platos, cocinados, etc.), sintácticas (orden de ingestión, composición de menús, etc.) y retóricas (lo que se puede decir y no decir de la comida que se come y lo que se dice con la comida).

Las leyes de la comestibilidad y la comensalidad son leyes de compatibilidad, conveniencia, ajuste y expresión de identidad de cada área cultural; los alimentos y los manjares se ordenan en cada región de acuerdo con un código detallado de valores, reglas y símbolos.

Texto de Barthes

¿Qué es la comida? No es solo una colección de productos, merecedores de estudios estadísticos o dietéticos. Es también y al mismo tiempo un sistema de comunicación, un cuerpo de imágenes, un protocolo de usos, de situaciones y de conductas.

Al comprar un alimento, al consumirlo y al darlo a consumir, este alimento resume y transmite una situación, constituye una información, es significativo. No es simplemente el indicio de un conjunto de motivaciones más o menos conscientes, sino que es un verdadero signo, una unidad funcional de una estructura comunicativa. Toda la comida sirve de signo entre los participantes de una población dada. Desde que el hombre ya no se alimenta de bayas salvajes, la necesidad de la alimentación ha estado fuertemente estructurada: sustancias, técnicas, usos componen un sistema de diferencias significativas y a partir de ahí, se funda la comunicación alimentaria. Lo que prueba esta comunicación es la docilidad de todos los hechos alimentarios a constituir una estructura análoga a otros sistemas de comunicación.

Si la comida es un sistema, ¿cuáles pueden ser las unidades? Las unidades de nuestro sistema alimentario no son los productos de nuestra economía. Las unidades se pueden encontrar en los planos de los sabores (dulce o amargo), de sustancias (seco, cremoso, acuoso), etc. Estas unidades constituyen sistemas, sintaxis (menús) y estilos (regímenes).

Las publicidades tienden a impartir ciertos valores a las masas, valores de tres temas: la comida con una función rememorativa que le permite al hombre situarse cotidianamente en su propio pasado, creer en un cierto ser alimentario de su país de origen; la comida que genera una cierta situación antropológica del consumidor moderno, es decir, alimentos que están ligados a sentimientos de inferioridad o de sexualidad; la salud vivida a través de la alimentación. La difusión de este último valor en las masas parece haber producido un nuevo fenómeno: la consciencia alimentaria. La comida, en los países desarrollados, es ahora pensada por el público en general.

Alimentarse es una conducta que se desarrolla más allá de su propio fin, que reemplaza, resume o señala otras conductas, y es ahí donde se convierte verdaderamente en un signo. ¿Qué conductas? Hoy se podría decir todas: la actividad, la labor, el deporte, el esfuerzo, el ocio, la fiesta, cada una de estas situaciones tiene su expresión alimentaria.

El alimento tiene a cargo significar la situación donde se usa: tiene a la vez un valor nutritivo y protocolario. La comida tiende sin cesar a transformarse en situación.

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