Una habitación propia es un ensayo basado en dos conferencias que Virginia Woolf realizó para la Sociedad Literaria de Newham y Odtaa de Girton en octubre de 1928 —contaba con 46 años de edad—, y donde se le pedía su opinión sobre el papel de la mujer escritora y la ficción, en un mundo que, en su mayoría, estaba dominado por los hombres. Las conferencias trataban sobre «La Mujer y la Novela», y es de aquí de dónde surgirían dos de las máximas más repetidas y conocidas de la autora. Una de ellas es la que dará el nombre al título del libro y que hace referencia directamente a la autonomía de la mujer en la narrativa:
Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir novelas; y esto, como veis, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.
La frase hará referencia al papel de la mujer que en siglos anteriores no disponía la posibilidad de una habitación propia y abogaba en su conferencia por la necesidad de una habitación privada donde poder echar el pestillo y dejarse llevar por la creatividad en un entorno íntimo. Pensemos en las condiciones actuales e imaginemos las mujeres escritoras de los siglos anteriores —no en los hombres ya que el rol en la sociedad era muy diferente—, y, como ejemplo, explicará las sórdidas condiciones en que tuvieron que escribir algunas de ellas como Jane Austen o Emily Brontë: la imaginación que tuvieron que desplegar ésta última o su hermana Charlotte para componer las obras que recrearon, teniendo en cuenta que fueron mujeres que no conocieron apenas otros lugares salvo su propio hogar. De ahí, otro aforismo célebre que también quedará recogido en Una habitación propia sobre la imaginación y el poder de la creatividad en la ficción:
No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Wirginia Woolf en este ensayo, recorre la literatura inglesa por diferentes siglos, desde las primeras autoras hasta sus días, y hará una conjetura muy interesante sobre Shakespeare y una hipotética hermana aludiendo que en el caso de que ésta hubiera tenido la misma habilidad que su hermano William para componer, jamás hubiera podido desarrollarla ni dedicarse de la misma manera que pudo hacer él en el s. XVI, donde las mujeres tenían que realizar las tareas propias de una “mujer”.
Muchos coinciden en denominar a Wirginia Woolf como “feminista” y “sufragista” aunque quizás el adjetivo más apropiado sería el de “inconformista”. Rodeada de un ambiente culto y literario de excepción —fue gran amiga de James Joyce o Marcel Proust y perteneció al Círculo Bloomsbury.
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