Niveles de análisis:
1- Influencia de Anales sobre la dinámica interna de la disciplina. Es sobre el oficio del historiador que las ideas de Marc Bloch y Lucien Febvre han logrado los efectos más importantes y duraderos.
2- La coyuntura científica en la cual se inscribe el fenómeno de Anales. Tener en cuenta el complejo de relaciones de fuerza entre disciplinas, los marcos institucionales, los marcos sociales o epistemológicos.
3- Las relaciones que Bloch y Febvre mantenían con el espíritu de su tiempo, la concepción que tenían del rol de la ciencia en la sociedad, su sensibilidad a las nuevas corrientes ideológicas.
Lo que más golpea en los primeros números y rompe con el estilo de otras revistas de la época no es el tema, ni siquiera el contenido de los artículos; es el tono polémico de las numerosas notas que son firmadas por los directores. Bloch y Febvre definen la orientación de Anales, expresan su punto de vista. Bloch y Fabvre insisten sobre la necesidad de estudiar prioritariamente la historia de los grupos sociales y las fuerzas colectivas. Promueven la historia económica y social. Se concibe una interdisciplinariedad para multiplicar los modos de aproximación a la realidad social y para derribar las barreras entre las diferentes disciplinas. Las tres corrientes intelectuales de las que se nutre Anales son:
1- La escuela geográfica de Vidal de la Blanche y de Demangeon: La escuela geográfica proponía un análisis de la realidad fundada en la relación entre el tiempo y el espacio y la relación, y la relación entre los grupos humaos y el medio natural. Esto sirvió de matriz intelectual a las concepciones históricas de Anales. Aunque se rebelaron a veces contra la rifidez y el determinismo algo mecanicistas del pensamiento geográfico, nunca dejaron de reinvindicar esta herencia. 2- El movimiento creado por Henri Berr en torno a la Revue de Synthêse : La Revue de Synthêse fue para ellos un lugar de diálogo, un ámbito donde podían forjar y poner en claro sus ideas. Febvre colaboró allí y Bloch publicó algunos artículos. Es en la revista de Henri Berr donde comienzan a realizar el matrimonio entre la historia y la geografía. Los Durkheimianos fundaban sobre el estudio de los hechos sociales, las posibilidades de una aproximación global a la realidad. Henri Berr, en cambio, pretendía construir la síntesis histórica sobre los datos psicológicos. En este esfuerzo por conducir la historia de las ideas hacia una historia de las representaciones mentales y los fenómenos de la psicología colectiva, se perfila ya el concepto de historia de las mentalidades que a menudo hoy es presentado como el signo característico de Anales.
3- La sociología Durkheimiana: Con la escuela Durkheimiana filiación es teórica y mimética. La revista de Durkheim había querido hacer de la sociología la ciencia social unificadora de las diferentes disciplinas. Quería que la sociología fuera aceptada por el establishment universitario y reemplazar a las demás disciplinas. Quería hacerse aceptar por las otras disciplinas y hacerles admitir al mismo tiempo que ya no tenían razón de ser. Los durkheimianos mantenían con la historia un diálogo conflictivo, cuestionar el status científico de la historia era una exigencia fundadora.
En lugar de oponer a las otras disciplinas un sistema cerrado que las excluya del campo científico y buscar al mismo tiempo hacerse reconocer por ellas, los Anales cultivan la marginalidad y el antidogmatismo. El antidogmatismo reside en el deseo de asignar a la historia un campo inagotable de problemas a plantear y a resolver a partir de lo ya vivido por la humanidad. Rechazan al positivismo, que concibe la realidad histórica como una yuxtaposición de hechos ya constituidos y de todas las sistematizaciones. La marginalidad la practican a partir de la crítica a ciertas instituciones universitarias y la preferencia de ciertos medios extrauniversitarios: expertos internacionales, especialistad provenientes del mundo de la banca, medios científicos extranjeros de EEUU, la URSS, Japón. Esta marginalidad era más táctica que real porque Bloch y Febvre estaban, por sus status, completa y brillantemente integrados en el sistema universitario. Pero con su marginalidad fijaban un lugar de disidencia desde el cual podían interpelar a la comunidad de historiadores y denunciar sus falsas certezas. El historiador no participa simplemente de una época en tanto comparte las ideas y probablemente los prejuicios de su tiempo, de su medio social. Está también inserto en una red compleja de relaciones universitarias y científicas cuyo punto de partida es la legitimación de su saber y la preeminencia de su disciplina. Anales tomaba como punto de partida lo muy contemporáneo: crisis financieras, crísis agrícolas, desocupación , la emergencia del nazismo, la planificación soviética, etc. Podría decirse que se trata de historia inmediata cuando en realidad no se trata de presentar una instantánea sino un análisis distanciado que atraviesa el fenómeno en forma profunda para eliminar la ilusión de discontinuidad.
La historia sobornista, ante todo política y diplomática, que dominaba en su época las grandes revistas de historia abordaba con entusiasmo los acontecimientos recientes. Por ende, no es tanto en el hecho de enfocarse en la historia reciente lo que define al espíritu de Anales, sino en la manera de abordarla, en el tipo de diálogo entre el pasado y el presente que propone al historiador. Incita al historiador a recordar que no debe dejarse absorber por el pasado porque no le perminitá ver cómo viven los otros hombres. Es necesario romper con el discurso profético que ve en el pasado el anuncio y la preparación inevitable del presente. Bloch y Febvre quieren invertir la relación entre el pasado y el presente que funda sus procedimientos. Es necesario partir del presente en lugar de descender lentamente hacia él, convertirse en analista y no en profeta. El historiador, como los otros especialistas en ciencias sociales, solo puede responder a las peguntas que le plantea la sociedad en la que vive.
Anales propone dos procedimientos de investigación: 1- Método recurrente: consiste en partir de una situación presente y remontarse en el tiempo para reconstruir la génesis de dicha situación, para distinguir las permanencias y cambios, los diferentes niveles de temporalidad, las combinaciones de tiempo corto y larga duración que han construido nuestro presente. 2- La historia problema: Consiste en partir de un problema actual y de interrogar a través de él la experiencia histórica. El giro hacia el pasado no apunta a justificar el mundo en el cual estamos insertos, sino por el contrario a tomar distancias con respecto a él, a relativizar sus incidencias para mejor comprenderlas. Este ir y venir del pasado al presente fue aceptado por los fundadores de Anales como un principio de conocimiento. El historiador no tiene necesidad de preguntarse si es el presente el que lo ayuda a comprender el pasado o el pasado él que lo ayuda a comprender el presente. La confrontación de ambos le permite desprenderse del marco ideológico mediante el cual adhiere al mundo que lo rodea y producir así un cierto saber.
Historia política vs Anales.
Anales rechaza la historia política. Es esta la que Bloch y Febvre reprochan a la escuela positivista haber privilegiado. Desatando la trama de las desiciones e intenciones de los actores que ocupan la escena política tenemos la impresión de explicar todo el movimiento de la historia pero, en realidad, no hacemos sino consolidar el discurso mitológico que sostiene nuestras representaciones políticas. los historiadores deben dejar de proporcionar argumentos a la nación ( o a los gobernantes) y ocuparse de proporcionar los medios para comprender mejor y dominar mejor los mecanismos de la realidad social. Si Bloch y Febvre preferían dejar a un lado la historia política es no sólo porque el historiador corre el peligro de caer en la trampa del discurso ideológico, sino porque no permite penetrar en el corazón de la realidad histórica: lo que los hombres deciden o declaran cuenta poco. La historia se hace sin su consentimiento, sea por las fuerzas que la dominan o por los mecanismos mentales que los constituyen.
Lo que más golpea en los primeros números y rompe con el estilo de otras revistas de la época no es el tema, ni siquiera el contenido de los artículos; es el tono polémico de las numerosas notas que son firmadas por los directores. Bloch y Febvre definen la orientación de Anales, expresan su punto de vista. Bloch y Fabvre insisten sobre la necesidad de estudiar prioritariamente la historia de los grupos sociales y las fuerzas colectivas. Promueven la historia económica y social. Se concibe una interdisciplinariedad para multiplicar los modos de aproximación a la realidad social y para derribar las barreras entre las diferentes disciplinas. Las tres corrientes intelectuales de las que se nutre Anales son:
1- La escuela geográfica de Vidal de la Blanche y de Demangeon: La escuela geográfica proponía un análisis de la realidad fundada en la relación entre el tiempo y el espacio y la relación, y la relación entre los grupos humaos y el medio natural. Esto sirvió de matriz intelectual a las concepciones históricas de Anales. Aunque se rebelaron a veces contra la rifidez y el determinismo algo mecanicistas del pensamiento geográfico, nunca dejaron de reinvindicar esta herencia. 2- El movimiento creado por Henri Berr en torno a la Revue de Synthêse : La Revue de Synthêse fue para ellos un lugar de diálogo, un ámbito donde podían forjar y poner en claro sus ideas. Febvre colaboró allí y Bloch publicó algunos artículos. Es en la revista de Henri Berr donde comienzan a realizar el matrimonio entre la historia y la geografía. Los Durkheimianos fundaban sobre el estudio de los hechos sociales, las posibilidades de una aproximación global a la realidad. Henri Berr, en cambio, pretendía construir la síntesis histórica sobre los datos psicológicos. En este esfuerzo por conducir la historia de las ideas hacia una historia de las representaciones mentales y los fenómenos de la psicología colectiva, se perfila ya el concepto de historia de las mentalidades que a menudo hoy es presentado como el signo característico de Anales.
3- La sociología Durkheimiana: Con la escuela Durkheimiana filiación es teórica y mimética. La revista de Durkheim había querido hacer de la sociología la ciencia social unificadora de las diferentes disciplinas. Quería que la sociología fuera aceptada por el establishment universitario y reemplazar a las demás disciplinas. Quería hacerse aceptar por las otras disciplinas y hacerles admitir al mismo tiempo que ya no tenían razón de ser. Los durkheimianos mantenían con la historia un diálogo conflictivo, cuestionar el status científico de la historia era una exigencia fundadora.
En lugar de oponer a las otras disciplinas un sistema cerrado que las excluya del campo científico y buscar al mismo tiempo hacerse reconocer por ellas, los Anales cultivan la marginalidad y el antidogmatismo. El antidogmatismo reside en el deseo de asignar a la historia un campo inagotable de problemas a plantear y a resolver a partir de lo ya vivido por la humanidad. Rechazan al positivismo, que concibe la realidad histórica como una yuxtaposición de hechos ya constituidos y de todas las sistematizaciones. La marginalidad la practican a partir de la crítica a ciertas instituciones universitarias y la preferencia de ciertos medios extrauniversitarios: expertos internacionales, especialistad provenientes del mundo de la banca, medios científicos extranjeros de EEUU, la URSS, Japón. Esta marginalidad era más táctica que real porque Bloch y Febvre estaban, por sus status, completa y brillantemente integrados en el sistema universitario. Pero con su marginalidad fijaban un lugar de disidencia desde el cual podían interpelar a la comunidad de historiadores y denunciar sus falsas certezas. El historiador no participa simplemente de una época en tanto comparte las ideas y probablemente los prejuicios de su tiempo, de su medio social. Está también inserto en una red compleja de relaciones universitarias y científicas cuyo punto de partida es la legitimación de su saber y la preeminencia de su disciplina. Anales tomaba como punto de partida lo muy contemporáneo: crisis financieras, crísis agrícolas, desocupación , la emergencia del nazismo, la planificación soviética, etc. Podría decirse que se trata de historia inmediata cuando en realidad no se trata de presentar una instantánea sino un análisis distanciado que atraviesa el fenómeno en forma profunda para eliminar la ilusión de discontinuidad.
La historia sobornista, ante todo política y diplomática, que dominaba en su época las grandes revistas de historia abordaba con entusiasmo los acontecimientos recientes. Por ende, no es tanto en el hecho de enfocarse en la historia reciente lo que define al espíritu de Anales, sino en la manera de abordarla, en el tipo de diálogo entre el pasado y el presente que propone al historiador. Incita al historiador a recordar que no debe dejarse absorber por el pasado porque no le perminitá ver cómo viven los otros hombres. Es necesario romper con el discurso profético que ve en el pasado el anuncio y la preparación inevitable del presente. Bloch y Febvre quieren invertir la relación entre el pasado y el presente que funda sus procedimientos. Es necesario partir del presente en lugar de descender lentamente hacia él, convertirse en analista y no en profeta. El historiador, como los otros especialistas en ciencias sociales, solo puede responder a las peguntas que le plantea la sociedad en la que vive.
Anales propone dos procedimientos de investigación: 1- Método recurrente: consiste en partir de una situación presente y remontarse en el tiempo para reconstruir la génesis de dicha situación, para distinguir las permanencias y cambios, los diferentes niveles de temporalidad, las combinaciones de tiempo corto y larga duración que han construido nuestro presente. 2- La historia problema: Consiste en partir de un problema actual y de interrogar a través de él la experiencia histórica. El giro hacia el pasado no apunta a justificar el mundo en el cual estamos insertos, sino por el contrario a tomar distancias con respecto a él, a relativizar sus incidencias para mejor comprenderlas. Este ir y venir del pasado al presente fue aceptado por los fundadores de Anales como un principio de conocimiento. El historiador no tiene necesidad de preguntarse si es el presente el que lo ayuda a comprender el pasado o el pasado él que lo ayuda a comprender el presente. La confrontación de ambos le permite desprenderse del marco ideológico mediante el cual adhiere al mundo que lo rodea y producir así un cierto saber.
Historia política vs Anales.
Anales rechaza la historia política. Es esta la que Bloch y Febvre reprochan a la escuela positivista haber privilegiado. Desatando la trama de las desiciones e intenciones de los actores que ocupan la escena política tenemos la impresión de explicar todo el movimiento de la historia pero, en realidad, no hacemos sino consolidar el discurso mitológico que sostiene nuestras representaciones políticas. los historiadores deben dejar de proporcionar argumentos a la nación ( o a los gobernantes) y ocuparse de proporcionar los medios para comprender mejor y dominar mejor los mecanismos de la realidad social. Si Bloch y Febvre preferían dejar a un lado la historia política es no sólo porque el historiador corre el peligro de caer en la trampa del discurso ideológico, sino porque no permite penetrar en el corazón de la realidad histórica: lo que los hombres deciden o declaran cuenta poco. La historia se hace sin su consentimiento, sea por las fuerzas que la dominan o por los mecanismos mentales que los constituyen.
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