sábado, 16 de marzo de 2019

Los historiadores marxistas británicos - Harvey Kaye

Kaye hace referencia a la relación simbiótica entre la historia y la sociología, dandose cuenta del renovado interés por las cuestiones históricas informadas por la sociología y por los asustos sociales con perspectiva histórica. Pero encuentra un problema entre ellas, esto es los puntos de vista que los historiadores y sociologos siguen manteniendo en relación con la materia propia y la ajena. Ambos tienden a considerar a la sociología como fuente de métodos y teorías, y la historia como fuente de datos, estudio de casos, o ilustraciones del pasado sobre los que la teoría sociológica ha de ser verificada. Kaye acepta concibe a la historia y a la sociología como una sola y no como dos materias independientes.

En su libro, Kaye, ha partido del supuesto de que los historiadores tienen tanto que contribuir a la teoría social como los sociólogos. Además cuando habla de los “historiadores marxistas británicos” se refiere especialmente a Maurice Dobb, Rodney Hilton, Christopher Hill, Eric Hobsbawm y E.P Thompson, su argumento es que todos ellos representan una tradición teórica. Su argumento se basa en el hecho de que los historiadores marxistas británicos han sido párticipes de una problemática teórica común, ellos han intentado “trascender la estricta noción económica de clase y llegar a solucionar el problema de la base-suprema que ha dominado al marxismo desde sus comienzos”.

Los historiadores marxistas británicos se han esforzado en desarrollar una historiografía marxista alejada del determinismo económico con el que ha sido asociada y, de esta manera, han tratado de reconducir el análisis marxista. No han rechazado el sentido de determinación por completo. Los historiadores m.b también han compartido una problemática histórica común, estructurando sus diversos estudios históricos, desarrollo y expansión del capitalismo, entendido, no en el sentido limitado del cambio económico, sino como cambio social en el sentido más amplio. También han desarrollado lo que puede ser considerada como una aproximación común al estudio teórico, a la que Kaye llamó análisis de la lucha de clases. Los historiadores m.b han hecho importantes contribuciones al desarrollo de la perspectiva histórica conocida como la historia desde abao opuesta a la historia escrita desde la perspectiva de las clases dirigentes o de élite, han hecho hincapié en las experiencias, acciones y luchas históricas de las “clases bajas”, recuperando el pasado que fue hecho por ellas pero no escrito por ellas. Han desarrollado el marxismo como teoría para la determinación de clases cuyo postulado fundamental es que la lucha de clases ha sido de importancia capital en el proceso histórico. Otro aspecto de la labor de estos historiadores es su contribución a la cultura política británica contemporánea.

Aunque Kaye defiende que Dobb, Hilton, Hill, Hobsbawm y Thompson representan una tradición teórica, tres ensayos recientes han considerado a estos historiadores de manera diferente. En uno de ellos, Raphael Samuel ofrece una história básica, donde su objetivo principal es presentar las “mutaciones” de los estudios históricos marxistas británicos desde la época de Marx y en relación con el contexto cultural y social en Gran Bretaña.

Samuel escribe sobre la influencia de los historiadores socialistas no marxistas y de los historiadores democráticos radicales y liberales, en lo que Kaye denomina como la “historia popular”. Samuel también trata la influencia del inconformismo protestante en las diferentes generaciones de historiadores marxistas británicos. Señala que en ocasiones la influencia fue muy directa, a través de una educación y/o formación metodista y a veces fue indirecta. Ademas, defiende Samuel, esta influencia puede apreciarse en algunos historiadores por descubrir y defender la “herencia radical” del puritanismo, la disensión y el inconformismo. Hobsbawm, contrariamente a Samuel, afirma que con anterioridad al Grupo de Historiadores del Partido Comunista, “no había tradición de historia marxista en Gran Bretaña”. Pero, al fin y al cabo, Samuel consigue demostrar que la formación de tal tradición fue un proceso abierto, en contacto con una serie de influencias a veces bastante contradictorias.

En general se considera que los años 1946-56 fueron los más significativos en la formación de la tradición histórica marxista británica. Debemos recordar que dichos historiadores contrajeron su compromiso intelectual y político durante, y como respuesta a ,la depresión, y en oposición al fascismo, influidos por su servicio militar durante la guerra.

Hobsbawm observa que “para algunos el grupo era, si no exactamente un estilo de vida, al menos una pequeña causa, además de una alternativa para estructurar su ocio. Para la mayoría fue también una amistad”. Quiere decir que todos reconocían ser “igualmente exploradores de un territorio en gran manera desconocido”. Organizados en “secciones por períodos”, las actividades del grupo estaban centradas en Londres y trataron activamente de “popularizar” la investigación histórica y la perspectiva que estaban desarrollando. Los historiadores “contemporáneos” del grupo naturalmente se dedicaban con mayor interés al seguimiento y difusión de las historias del movimiento obrero británico. El grupo también trazó e inició algunos proyectos de investigación y publicación. Debemos recordar que, aunque el grupo no siempre coronó los ambiciosos proyectos que se propusieron, en muchos casos la investigación iniciada y los ensayos escritos sirvieron de base para algunos estudios desarrollados con posterioridad por algunos miembros individualmente.

Debe ser reconocida la poderosa influencia de Dona Torr en la formación de los historiadores marxistas británicos, quién fue una devota erudita marxista e influyó en los historiadores marxistas británicos más jóvenes en su desarrollo de la “historia popular” según el criterio de historia de abajo arriba. Torr se oponía a la “escuela catastrófica” de marxistas, los cuales creían que las condiciones en Inglaterra tenían que empeorar mcuho más antes de que un ambio serio fuera posible; idea que era bien aceptada. También es importante notas que aunque los componentes del grupo consideraron que una de sus tareas era críticar los estudios históricos no marxistas, no por ello trataron de aislarse de los historiadores no marxistas. De hecho, intentaron “tender puentes” hacia los historiadores no marxistas que compartían afinidades e intereses comunes. El resultado más significativo de este empeño fue la revista Past & Present, cuyo primer número apareció en el clima de guerra fría de 1952.

Richard Johnson defiende que en el período posterior a 1956, los escritores e historiadores sociales socialistas británicos progresivamente se iban centrado y poniendo especial énfasis en las prácticas y las relaciones culturales. Alejándose de la estructura y relaciones económicas, el concepto “cultura” fue ampliado para así incluir lo social y lo popular en oposición a lo meramente “artístico-literario” y “elitista”. Defiende que los historiadores marxistas británicos, a partir de ese período, llegaron a desarrollar su propia aproximación al estudio histórico, a la que denominan marxismo cultural y que esto representó una ruptura con el marxismo económico. Esto se debe a los esfuerzos por superar el modelo base-superestructura y su interés por la clase.

Johnson y sus colegas insisten que se perdió mucho en el desarrollo del culturalismo y que es necesario reintroducir los factores estructurales, pero que no debe hacerse por medio de una vuelta a la teoría de Dobb porque es demasiado economicista. Sugieren que se establezca un diálogo entre lo que ellos llaman marxismo cultural, humanístico y el marxismo estructuralista de Althusser y sus seguidores.

La postura de Kaye es que la relación entre Dobb y Hilton y los demás no está caracterizada ni por una ruptura entre el economicismo y el culturalismo ni por una continuidad basada en el interés por las relaciones económicas. Por el contrario, se trata de un desplazamiento no de una ruptura. Así que, si tuvieramos que dar un nombre a la teoría de la determinación de clase, éste no debería ser marxismo cultural o económico sino marxismo histórico, social o político, dado su énfasis en las formas históricas y determinaciones de la lucha de clases.  


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