domingo, 23 de junio de 2019

La Edad Oscura y los poemas homéricos de Moses Finley


La Edad Oscura fue una época de analfabetismo y, aunque se retrocedió en muchos aspectos, no dejó de haber vida cultural (ejemplo: los poemas homéricos). Los griegos consideraban que la Ilíada y la Odisea eran obra de un solo poeta: Homero. Los eruditos modernos sostienen encontradas opiniones respecto a si los dos poemas fueron o no compuestos por el mismo poeta y discuten la fecha de composición. Sí están de acuerdo en que tras la Ilíada y la Odisea yacen siglos de poesía oral, compuesta, recitada y transmitida por rapsodas profesionales sin la ayuda de una sola palabra escrita.

El aedo o rapsoda primitivo poseía una técnica dentro de los límites impuestos por la composición oral. Tanto los temas como la manera de componer eran cosa prefijada. Los temas se referían a un heroico pasado y tanto los cantores como los oyentes creían que lo que escuchaban era real y narrado, no inventado o creado.

Gracias al retorno de la escritura a Grecia con el alfabeto fónico, fue posible dar expresión permanente y recoger en largos rollos a la poesía. Sin embargo, la gran mayoría de las producciones de la Edad Oscura se perdieron con el grueso de la literatura griega general.

Tan largas como son la Ilíada y la Odisea, llenan nada más que una fracción del campo de su temática: la primera se concentran en unos cuantos días de los 10 años que duró el sitio de Troya y termina con la muerte de Héctor; la segunda se ocupa de los 10 años que le llevó a Odiseo regresar a Ítaca.

 Los arqueólogos han hecho patente que Troya fue destruida a mediados del siglo XIII, como algunos historiadores griegos habían conjeturado, y que muchos lugares relacionados con los héroes homéricos fueron realmente centros de importancia de la civilización micénica.  En los poemas se conservó algo del genuino núcleo de la historia, pero lo que quedó no es mucho y suele estar alterado: los relatos iban siendo transformados a medida que pasaban de cantor a cantor. Los poetas trataban de hacer simultáneamente dos cosas contradictorias: por una parte pretendían retener una imagen de un pasado muerto y, por otra, deseaban ser entendidos y creídos. Por ende, describían palacios que para su época ya no existían y prácticas de combate que ya no se realizaban y a las que, inconscientemente, les agregaban prácticas contemporáneas (como la utilización del hierro).

Lo único que no se habría tolerado en la poesía heroica griega sería que se hubiesen introducido en la narración sucesos conocidos como posteriores a la edad "heroica". Su ausencia de los poemas constituye la prueba de que los poetas estaban relatando con fidelidad las historias antiguas.

La sociedad que se desenvuelve en la Ilíada y la Odisea es una sociedad de reyes y de nobles, que poseían mucha tierra y muchos rebaños y llevaban una vida de esplendor y de lucha. La mansión del rey era el centro de la actividad y del poder. El rey era juez, legislador y caudillo gracias; no estaba sujeto a ninguna censura formal y sólo dependía de la sanción de su valentía, su riqueza y sus relaciones.

La monarquía no contaba con un estado o una comunidad que lo apoyara por ley o tradición. Había ceremonias, rituales y convencionalismos a los que los hombres ajustaban sus vidas.

La población aparece en ambos poemas como una confusa masa cuya condición exacta no se explícita lo más mínimo. A algunos se les da el nombre de esclavos pero no se ve que se hallen en peor situación que los demás. El resto trabaja en el campo y en los palacios, participan en las operaciones bélicas e incluso en la gran expedición contra Troya, pero no parece que lleguen a ser guerreros efectivos: las batallas se reducen a combates singulares entre los nobles de uno y otro bando. Aunque asisten a las asambleas, las gentes del pueblo no tienen voz ni voto.

 Los que vivieron después de la Edad Oscura no conservaron memoria alguna de una civilización micénica distinta de la suya propia y separada de ellos por la Edad Oscura. Lo único que de su pasado les interesó fue el aspecto mítico, los eventos sobrenaturales que explicaban o daban razón de una práctica corriente en el culto, las ceremonias o en las instituciones civiles.

Con posterioridad surgió un sentimiento de historia pero ya era tarde: el pasado se había desvanecido dejando tras de sí unos pocos poemas fijados por la escritura y los relatos transmitidos oralmente.

La arqueología moderna ha ayudado enormemente a reconstruir la Edad Oscura, pero esta, la lingüística comparada, la mitología comparada y los documentos se agotan rápidamente. Nada puede suplir la inexistencia de la escritura en esa época y por eso se sigue recurriendo a los poemas homéricos. Se ha llegado a la conclusión de que ni la Ilíada ni la Odisea son meras ficciones poéticas: la sociedad en ellas retratada y las maneras de pensar allí reflejadas son históricas.

¿A qué tiempos pertenecen los poemas? La opinión moderna se decide por situar la fecha en que se terminó de componerlos entre finales del siglo IX y comienzos del VII. Por ende, el mundo de los poemas no es el mundo en que vivió Homero. Los aqueos de Homero son todos iguales entre sí e iguales a los troyanos, pero en realidad la diferentes polis no eran iguales en el siglo IX, diferían bastante. Además, los poemas describen incipientes comunidades distintas de las comunidades organizadas, superpobladas y técnicamente avanzadas del siglo VII.

La deliberada arcaización de los rapsodas logró que, aunque habían perdido virtualmente toda memoria de la sociedad micénica, se remontaran lo bastante en el tiempo como para describir con alguna exactitud la época inicial de la Edad Oscura, mezclándola con rasgos contemporáneos.

Pocas obras han tenido nunca tanta autoridad sobre un pueblo y durante tantos siglos.

Homero y Hesíodo fueron quienes, según Heródoto, fijaron primero a los griegos la genealogía de los dioses, les dieron sus títulos, dividieron sus funciones y definieron sus imágenes.

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