Capítulo I: Ascenso de las
letras inglesas.
A lo largo de este capítulo,
Eagleton recorre la historia de la literatura del siglo XVIII y XIX en
Inglaterra. En la Inglaterra del siglo XVIII, el concepto de literatura
abarcaba “el conjunto de escritos apreciados en la sociedad” y por ende primaba
el carácter ideológico de la literatura. Además, cabe recalcar que durante este
siglo, la literatura fue empleada como una herramienta para insertar ciertos
valores que se querían fomentar en la sociedad. Debido a la necesidad social de
unir a las clases medias, de difundir las buenas maneras, creció la importancia
de la literatura.
Así, la “literatura” aparece
como la manera en que los valores creativos olvidados en la sociedad inglesa
por el capitalismo industrial pueden celebrarse y reafirmarse.
Durante el período
romántico, la concepción de literatura se reduce a las obras de carácter
“creador” o “imaginativo”, resaltando la importancia del elemento ficticio.
Nuevamente, la literatura asume un componente ideológico a través del cual se
busca transformar a la sociedad en nombre de ciertos valores apreciados en la
época. Posteriormente, resurge el concepto de la filosofía del arte a través de
autores como Kant, Heger y Schiller. Cabe recalcar que en ese momento, lo
esencial de la literatura “radicaba en su gloriosa inutilidad, en la que ella misma
era su propia finalidad” y por ende se alejó del matiz ideológico previo
para convertirse en un arte solitario.
Tradicionalmente se
diferenciaba a la “poesía” de la novela. Lo prosaico era visto como insulso,
vulgar, carente de inspiración. Se creía que la poesía o la imaginación
gozaban de privilegios de los cuales la prosa carecía.
El arte quedó libre del
ejercicio material, de los nexos sociales y de los significados ideológicos en
que siempre había estado prendido, y fue elevado al rango de fetiche
solitario.
Para el autor, hablar de
“literatura” e “ideología” como dos fenómenos separados que pueden
correlacionarse resulta innecesario y hasta erróneo puesto que la
literatura es una ideología.
El hecho gracias al cual se
dio el desarrollo de la literatura es el fracaso de la religión.
Puesto que la religión ya no
conquistaba el corazón y la mente de las masas, ya no ejercía un control
ideológico y corría el peligro de evaporarse. En este escenario hacía falta una
forma más sutil de comunicación de los valores humanos que obrara a través de
representaciones dramáticas y no de abstracciones irritantes. Así, la
literatura presenció el escenario perfecto para su desarrollo puesto que la
necesidad social más urgente era educar a la clase media y enlazarla con lo
mejor de la cultura inglesa. Este papel fue cumplido por la literatura a la
perfección; logrando incluso controlar e incorporar a la clase trabajadora.
“La literatura entrenaría a
las masas para que adquiriesen el hábito del pensamiento y de los sentimientos
pluralistas, y las convencería de que existe otro punto de vista además del
suyo, es decir, el de sus amos. Las haría participantes de las riquezas morales
de la civilización burguesa, les infundiría inmenso respeto por los logros de
la clase media y, como la lectura es una actividad esencialmente solitaria y
contemplativa, frenaría en ellas cualquier tendencia disolvente con miras a la
acción política colectiva. Las haría sentirse orgullosas de la lengua y de la
literatura de su nación.”
Otra razón que explica el
rápido desarrollo de la literatura inglesa es que está escrita en el idioma que
hablan las masas y por ello queda cómodamente a su alcance. Además, al igual
que la religión, la literatura opera fundamentalmente a través de las emociones
y de la experiencia, por consiguiente, estaría admirablemente capacitada para
realizar la misión ideológica que abandonó la religión.
El ascenso de las letras
inglesas como asignatura tanto en institutos como en universidades responde a
la enseñanza de la “ideología moral de los tiempos modernos.” Por mucho
tiempo, esta asignatura era dictada en gran medida a una audiencia femenina.
Durante la Primera Guerra
Mundial, la literatura inglesa jugó un rol esencial en cuanto transmitía
valores de identidad nacional y soluciones espirituales a las masas gravemente
trastornadas por las consecuencias del conflicto bélico. Es interesante acotar
que durante la guerra, el estudio de las letras inglesas quedó a cargo de
burgueses tales como Leaves, Roth y Richardas, quienes se encargaron de crear
el proyecto “Scrutiny.”
El objetivo de “Scrutiny”
consistía en convertir al estudio de las letras inglesas en la “esencia de la
formación social”. Este cambio de paradigma permite colocar al estudio de la
literatura como el estudio de lo mejor de la civilización humana, que debía
encaminarse necesariamente a la sociedad orgánica del siglo XVII y alejarse de
los valores promovidos por el capitalismo. Con esto en mente, “Scrutiny” se
encargó de seleccionar a ciertos autores que promovían estos ideales y de
excluir de la lista de estudio a aquellos que no contribuían. Además,
“Scrutiny” sostenía el dogma de que la literatura mejoraba (concepción moral) a
las personas y las separaba de las masas. No obstante, este ideal se fue destruyendo
poco a poco al descubrir que sujetos altamente instruidos eran capaces de
cometer delitos soeces.
Con la aparición de T.S.
Eliot, se puso en práctica “una labor de salvamento y de demolición de las
tradiciones literarias” que se opuso radicalmente a la ideología del
liberalismo de la clase media. Eliot sostuvo el regreso a la tradición en la
cual primaba la idea de la vinculación íntima entre la lengua y la experiencia.
Es así que, para que un texto sea considerado Literatura, debe encauzarse dentro
de la tradición. La misión de Eliot consistía principalmente en dotar
nuevamente a la literatura del contacto con el mundo físico y evitar caer en la
sensiblería. Por su lado, “Scrutiny” no tomó este camino, sino que abogó por el
concepto absoluto de “Vida”. Este proyecto pretendía defender el humanismo
liberal; no obstante, se rehusaba a la educación popular de las masas.
Después de la guerra, el
estudio de las letras inglesas se convirtió en una disciplina seria. Ya no se
las consideraba meramente como materia que valía la pena estudiar, sino que
constituía el estudio supremamente civilizador, la esencia espiritual de la
formación social. Así, el que leía literatura llegó a ser considerado “mejor”
por la sociedad.
Una vez durante el siglo
XVII, el lenguaje se fue disociando de la experiencia. Esto significó el
divorcio entre poesía y literatura. De acuerdo a Eliot, el lenguaje en la
sociedad se había convertido en rancio e inútil, inadecuado para la poesía. La
poesía se había estancado en el romanticismo, convertido en sensiblería, en
cuestión propia de mujeres, borbollante y dulzarrona.
El nombre de Leavis surge al
momento de plantear los conceptos de “crítica práctica” y de “lectura
analítico-interpretativa”. El primero planteaba desmenuzar los textos con el
fin de comprender su verdadero alcance, mientras que el segundo pretendía un
análisis detallado de las palabras y del contenido del texto que analicen más
allá del contexto histórico y del autor que concibió dicho texto. A partir de
estos conceptos, comienza la “cosificación” de la literatura, cuya importancia
recae en el hecho de analizar el texto como un “objeto en sí mismo.” Bajo estos
parámetros se funda la Nueva Escuela Crítica Norteamericana.
La Nueva Crítica
Norteamericana vuelve a promover a la literatura como medio de estudio de
aquello que no se puede localizar en la realidad. Así, la poesía es un refugio
contra el capitalismo y promueve los valores supremos de la sociedad. Cabe
recalcar que esta escuela rompe definitivamente con el enaltecimiento al autor
y sostiene la importancia del texto en sí mismo, sin importar el autor que se
encuentra detrás. “Insistió en que lo que el autor intentó al escribir, aun
cuando pudiera recobrarse, carecía de importancia para la interpretación de su
texto. Por otra parte, no había que confundir la respuesta emocional del lector
con el significado del poema. El poema significaba lo que significaba,
independientemente de las intenciones del poeta y de los sentimientos
subjetivos que suscite en el lector. El significado ha de calificarse de
manifiesto y objetivo.”
Mientras que la ciencia
moderna, sostiene Richards, es el modelo del verdadero conocimiento, no
proporciona respuesta satisfactoria ni a los “¿qué es?” ni a los “¿por qué?”
que formulan las masas, y se contenta con responder a los “¿cómo?”.
La poesía en cambio consiste
en proporcionar pseudo respuestas; es un lenguaje más bien "emotivo"
que "referencial", es una especie de "pseudo declaración"
que da la impresión de describir el mundo pero que en realidad organiza
satisfactoriamente nuestros sentimientos.
Finalmente, la Nueva Crítica
encerraba la ideología de una intelligentsia desarraigada, a
la defensiva, que reinventó en la literatura lo que no podía localizar en la
realidad. La Nueva Crítica se desarrolló durante los años en que la crítica
literaria en Norteamérica se esforzaba por ser aceptada como disciplina
académica respetable. Por el contrario, la Nueva Crítica fue bien recibida en
el ámbito académico. En primer lugar, por que suministraba un método
pedagógico útil para enfrentarse a la creciente población estudiantil. Además,
por que resultó muy atractivo para intelectuales escépticos y liberales,
desorientados por los dogmas antitéticos de la Guerra Fría. Esta Escuela, además,
permitía el estudio de textos ideológicamente opuestos.
Leer poesía al estilo de la
Nueva Crítica significaba no comprometerse con nada ni con nadie.
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